Reseña: Atomic Lips - A Ghost in the Woods

Atomic Lips
SCORE: 8 colibríes de 10

Con un sofisticado sonido que mezcla dream-pop, una tenue psicodelia, lounge, jazz y soul, Atomic Lips lentamente va adoptando una identidad propia, en un disco que, a diferencia de muchos lanzamientos locales, en verdad se siente como un álbum "formal" por su duración y la cristalina producción. 

Entre varios de mis amigos y yo siempre ha existido un eterno debate en cuanto a qué tan preparado debe estar un músico en lo que concierne a conocimiento técnico para poder tomar en serio su trabajo. Por un lado, cuento con un segmento de amistades que son de la idea de que si no se hace un cambio de tono, de modalidad y de compás cada dos barras, tu música no sirve mas que para perpetuar la mediocridad y mejor deberías dedicarte a escribir reseñas. Por otro lado, hay otro sector que promueve más la idea de que no es necesario contar con estudios o bagaje técnico para poder crear, sosteniendo que hay más sinceridad en el hecho de que alguien no pueda contener lo que siente y la única manera de expresarlo sea a través de la música, incluso si no sabe cómo tocar muy bien. 
Yo me encuentro en un punto medio. Respeto bastante a los músicos profesionales y soy de los primeros en defender la noción de que un músico (en toda la extensión de la palabra) es quien estudió música. Hay muchos que se definen como músicos por el simple hecho de tocar un instrumento, pero saber tocar un instrumento no te hace un músico así como saber usar Photoshop no te hace un diseñador gráfico. 
Al mismo tiempo, también me considero defensor de la sinceridad y es algo que a veces se ve comprometido cuando todo se hace siguiendo pautas. "Voy a tocar estos acordes y acompañarlos de esta modalidad porque suena triste" no tiene el mismo impacto que sentirse triste y dejarse llevar por la emoción para crear una pieza. Ambas partes se tienen que complementar para que la obra se pueda registrar tanto en un nivel emocional como en un nivel intelectual. 
Soy un ferviente creyente del balance entre ambos enfoques, así como creo que Dream Theater es aburrido y Daniel Johnston está sobrevalorado. 

Todo ese intro innecesario desemboca en Atomic Lips, esta dupla conformada por Aisha en la voz y Jorge en la parte instrumental, quienes estrenan su nueva placa después de cuatro años desde su último lanzamiento Colorful Slumbers presentándonos una elegante mezcla de jazz con rock, pop, dream-pop y un poco de prog. En al menos tres de esos géneros se necesita un manejo cabal tanto de teoría como de técnica para poder crear piezas competentes. En ese aspecto, Atomic Lips tiene todo lo que se le puede pedir a un proyecto musical. 
Pero, ¿lo que presenta es sincero, o sólo se trata de una serie de ejercicios calculados que tienen como meta impresionar a un nivel técnico-académico? 

Afortunadamente, A Ghost in the Woods es una obra que, en su mayor parte, se puede registrar en ambos niveles; puede recordarnos un poco a discos geniales, como el añejo We Could be Flying (1974) por Karin Krog o el reciente Filha de Mil Mulheres (2018) por Clau Aniz, en donde el jazz funge como la espina dorsal de las obras, pero debido a las mezclas con otros géneros, las cuales entran en escena en momentos clave, se evita que las canciones sean complejos (pero típicos) ejercicios de vocal jazz que carecieran de personalidad.

En cuanto a producción, A Ghost in the Woods es casi perfecto. Los instrumentos se escuchan bastante claros y todo el álbum cuenta con una cualidad prístina y tridimensional. Esta vasta y cálida profundidad no proviene de un espeso reverberado que ahogue los sonidos o que les dé un ominoso eco; sino que se puede percibir a través de los teclados, sintetizadores y guitarras preparadas que escoltan a muchos de los mejores temas, pues emanan un majestuoso brillo desde lo más hondo de un verde follaje, haciendo que se conviertan en obras con una textura casi palpable. Esto también sucede con los instrumentos que están colocados al frente en la mezcla, los cuales retumban con elegancia, claror e ímpetu, realzando las propiedades naturales de cada uno de sus materiales, resultando en una experiencia muy orgánica que podría aproximarse a lo que esta agrupación transmite en vivo.

La voz tiene un alto rango y esta se mueve sin esfuerzo a través de diferentes alturas y diferentes modulaciones; se trata sin dudas de una vocalista con amplio conocimiento técnico, al igual que el multiinstrumentista, siendo eso uno de los puntos que más hacen que las canciones caigan en terrenos bastante familiares, pues la composición se apega de sobremanera a los métodos empleados por los músicos que sólo funcionan como el acompañamiento para un acto pop donde la voz es lo primordial, haciendo que la intención de crear algo sincero o que tenga un impacto emocional se vea eclipsada. Esto no implica que el álbum no traiga consigo emoción alguna, pero sus momentos pico se identifican más por las proezas de los instrumentos y la voz por separado, que por lo que estos logran en conjunto. 
Los espectrales detalles sonoros que pululan en el fondo como los fantasmas a los que alude el título y esos arreglos que toman de otros géneros, mantienen una escucha interesante pues hay bastantes aspectos a los cuales se les puede poner atención. En esos momentos en que las melodías de voz pueden sonar muy apegadas a sonidos que ya conocemos (las voces de Corinne Bailey Rae, Joss Stone y Norah Jones se vienen a la mente) como en "Juliette" y "Honeypot", uno puede enfocarse en otros elementos, como en esta última, donde todo comienza con un hermoso acorde disonante que desemboca en el primer verso, el cual consiste de un teclado que acompaña a la voz, con un efecto muy reminiscente a "Mr. Sandman" y después del segundo coro, el track pasa a deconstruirse en un bridge con toques progresivos para regresar al verso. De igual manera, cuando las armonías instrumentales mantienen todo bastante safe, nos podemos deleitar escuchando la voz. 

"Gasoline" es un tema sobresaliente, pues es uno de los que cuenta con más pasajes instrumentales y una interesante estructura que, a pesar de no tener tantos cambios de tiempo o juegos con pausas, los matices de la batería y la manera en que diferentes instrumentos se van acoplando le añade bastante dinamismo; también destaca la voz por su moderación. 
De hecho, es después de esta pieza que A Ghost in the Woods comienza a adoptar un sonido más propio; la voz se presenta con más reserva evitando caer en larguísimos melismas que, desafortunadamente no aportaban mucho, fuera de ser una excelente carta de presentación para las habilidades técnicas de la cantante y esos toques de standard jazz en la instrumentación se hacen menos frecuentes, optando por matices y texturas que van muy de la mano con géneros como el nu-jazzshoegaze, dream-pop y post-rock; tal es el caso de "Hummingbird", donde todos los elementos que hacen a Atomic Lips convergen de manera sublime con un piano que no descansa y que toma diferentes formas a través del uso de diferentes técnicas y cambios de compás. Es una canción inquieta que vuela entre la maleza, para terminar en un chapuzón que se conecta de manera hermosa con la acuática "Dive" que suena a haberse encontrado un pequeño cauce de colores en medio del bosque, gracias a esa luminosa escala que sale del teclado. La metáfora no sólo se deriva del nombre, pues en cuanto a estilo, esta canción es la que más se aleja de lo que el disco había estado presentando hasta el momento. 
En estas dos piezas es donde se puede apreciar una cohesión de la perfección que trae consigo la técnica y la soltura de querer expresar algo sincero y podrían funcionar como los tracks que mejor definan el sonido del dúo tijuanense. 

A pesar de su larga duración, el álbum corre rápido y al contrario de como puede llegar a suceder cuando una placa cuenta con más de 10 pistas, no hay momentos flojos; si bien es claro que no todos los temas son bangers, ninguno se siente como relleno. El único problema sería el final, pues "Dulce Amanecer" suena más como a un interludio que a un cierre, dejando al escucha en espera de otro tema. Tal vez si se hubiese cambiado el orden de esta con la pieza que le antecede, haciendo que "Constelación" fuese la última canción, el desenlace del disco habría sido un poco más satisfactorio. 

La versatilidad con la que se manejan los cambios y la fluidez con la que estos se dan a lo largo de A Ghost in the Woods, demuestra la dedicación y la preparación que los integrantes y colaboradores de Atomic Lips poseen, y es una apuesta segura asumir que si quisieran sonar de otra manera, podrían hacerlo sin problema alguno. Con músicos de este calibre, se debe tener por seguro que el resultado final es el resultado que estuvo calculado desde el principio.

g.n.h.

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