Con el motivo de promocionar su nuevo material (el cual aún tiene fecha pendiente), Vyctoria visitó nuestra caótica ciudad para envolvernos en feedback, hipnotizarnos a través de sus secuencias repetitivas, patearnos la cara con su estridencia y superar nuestras expectativas en una intensa velada.
A diferencia de mi asistencia a la presentación de Gente Luna por Meltí el pasado 4 de mayo, esta vez me fue posible llegar con anticipación al evento. Ya estando en el lobby del Cine Tonalá, pude reconocer algunas caras, pero al igual que en el gig de Meltí, el número de rostros reconocidos y no reconocidos fue muy escueto; sin embargo, la poca afluencia que este show generó no me sorprendió por tres razones. La primera fue que el comunicado a través de Facebook me pareció un poco repentino. No fue sino un par de semanas antes que se nos hizo saber el hecho de que Vyctoria y The Polar Dream nos visitarían. En una situación idílica, ese intervalo de tiempo podría ser suficiente, pero esto me lleva elaborar en la segunda razón del poco éxito (en cuanto a números se refiere) de esta noche, y es que el post-rock ya no genera la misma emoción que antes. Este género se ha tornado en una caricatura de sí mismo, la cual se sigue perpetuando gracias a bandas emergentes que no quieren romper con el esquema y se limitan a la simple imitación de la estética y el sonido que ya vienen empaquetados en el post-rock starter pack. El mismo enfoque en cuanto a composición y la repetición de los mismos elementos han desensibilizado al público, al punto en que lo que antes resultaba en una experiencia que iba a la par con presenciar a una orquesta sinfónica, debido a sus envolventes progresiones y complejas dinámicas, ahora es tan impactante como el clímax de una película de Marvel, que en sus mejores momentos podrá ser entretenido, pero predecible.
La tercer razón va un poco de la mano con la segunda, y es que la escena independiente de Tijuana es muy inestable. Lo que para una demográfica puede llegar a ser muy hipster o muy trendy, para otra es el ejemplo perfecto de un sonido true; y entre tanto que suena a nivel local, los límites entre trendy y true se difuminan y los que a veces terminan perdiendo son las bandas que caen víctimas de una guerra de nomenclaturas y juicios que, muchas veces, se basan más en su imagen que en su música.
Se trata de una comunidad que pide se apoye a la escena gritando "#consumelocal!" al unísono (sí, Vyctoria y The Polar Dream no son proyectos locales, pero el punto se entiende), mientras organizan shows entre las mismas bandas, y de no ser un show "grande" con sobrado indie cred, muchos no asisten a varios gigs que llegan a la ciudad.
Claro está que si no se es fan de las bandas que vienen, no se tiene por qué asistir, pero al menos en estas dos ocasiones (Meltí y Vyctoria) el apoyo fue casi nulo, y me rehúso a creer que estos excelentes proyectos no cuenten con fans tijuanenses.
Muchas de las cosas que plasmé en la crónica de Meltí se pueden reciclar en este texto, a excepción de que, en esta ocasión, el poco público presente sí se mantuvo en silencio durante los sets de cada banda.
Baby steps, I guess...
I.- La Máquina del Tiempo
El hecho de que el sonido sería un problema se hizo notar desde que se nos dejó pasar a la sala. Antes de que diera comienzo el show, "Expensive Shit" de Fela Kuti sonaba a través de una bocina reventada. Lamentablemente para la primer banda, esto fue una anomalía que estuvo presente durante todo su set.
La cita era a las 10:00pm, y The Polar Dream comenzó a las 10:30pm, lo cual fue bastante puntual.
Esta banda oriunda de Guadalajara, ya cuenta con una larga trayectoria que la respalda, la cual abarca poco más de 10 años. Esto es evidente en el post-rock que tocan, ya que la carga de esa inocente melancolía optimista de bandas como The Album Leaf y Sigur Rós es bastante pesada y se filtra a través del modesto uso de un teclado que por lo general se mantiene en el registro medio y alto; también tienen ese toque de un Mogwai joven, aquel que utilizaba algunos recursos del rock alternativo circa finales de los ochentas y principios de los noventas para irle dando forma al sonido que caracterizaría a la segunda ola del post-rock. Siendo parte de los vestigios de esta segunda ola, The Polar Dream ofrece todo lo que se puede esperar: crescendos y decrescendos, tremolo picking en escalas ascendentes y esas pausas en las que un instrumento -usualmente la guitarra o teclado- se quedan sin acompañamiento, sonando en solitario para marcar algún cambio.
The Polar Dream
Su set fue un nostálgico viaje en el tiempo, a una época en que esas técnicas resultaban emocionantes, pues apenas se estaban haciendo notar a nivel nacional, por lo que resultaba fresco escucharlas en el sonido de algunas agrupaciones. Sin embargo, aparte de ser un viaje al pasado, durante su turno en el escenario The Polar Dream también funcionó como el reflejo de lo que fue sucediendo con el género, pues a partir de la segunda canción la monotonía se empezó a hacer notar, lo cual no habría sido un problema, pues era entretenido ver a los músicos ejecutar sus instrumentos, pero esto también resultaba problemático durante los primeros temas, ya que no parecía haber química o acoplamiento entre los integrantes de la banda. Probablemente había desmotivación por la escasa audiencia, tal vez fue la iluminación -que estaba en un punto incómodo, no del todo apagada, pero tampoco alumbraba lo suficiente- o pudo ser la bocina reventada que afectaba todo lo que emanaba del teclado, pero la banda no se veía cómoda en el escenario. No fue hasta la última canción en la que la agrupación demostró por qué se ha mantenido de pie por todo este tiempo con un emotivo final que realzó todos los elementos clave del género y los acomodó en distintas posiciones haciendo que esta última pieza sonara fresca y emocionante; nos recordó por qué el post-rock reinó hace algunos años, pues resulta bastante fácil dejarse llevar por esos marítimos compases.
II.- Cisnes y Lobos
Visitándonos desde CDMX, Vyctoria no se hizo esperar mucho y dio inicio a su set con un tempestuoso cataclismo sonoro que devoraba violentamente cada nota que se cruzaba por su camino; la batería retumbaba furiosa entre los ensordecedores estratos de estática creados por la guitarra y el violín, mientras el bajo mantenía las vibraciones atonales en su lugar, creando un caótico vórtice para esta perfect storm.
La agrupación mostró su lado más pesado en este set que se dividió en dos largos segmentos con un breve interludio entre cada uno, dejando de lado los elementos post-rock y ese sonido Godspeed que está presente en muchos de sus temas de estudio.
Vyctoria
Todo el set fluyó con altibajos en la intensidad, pero estos no fueron manejados con la típica dinámica quiet and loud que puede llegar a resultar predecible; Vyctoria incurría en transiciones marcadas por interludios de improvisación, brindándole soltura a su presentación.
La precisión en la ejecución de instrumentos y la sincronización de la banda en el escenario fue elemental para que estos pasajes improvisados funcionaran como lo hicieron. A través de miradas y señales sonoras, los músicos pasaban de una sección a otra sin problemas.
Uno de los momentos que más lograron sorprenderme fue que, en uno de los movimientos dentro de su primer segmento, la batería recurrió al uso de blast beats que, junto con las disonancias en la guitarra y el violín con overdrive, le dieron un sonido muy black metal sin realmente caer en los clichés del género.
Este es uno de los muchos puntos a favor con los que cuenta este proyecto. Si bien, estilos como el ambient y el noise están teniendo un comeback -al igual que la escena experimental en general- Vyctoria apuesta por presentarlo a través de un filtro metálico, inclinándose más por lo pesado que por lo psicodélico (que también se está convirtiendo en uno de los géneros predilectos para denotar madurez musical).
En este set en particular, demostraron, con su fulminante intensidad, que pueden funcionar como la encarnación nacional de proyectos como Swans, Wolves in the Throne Room, Wrekmeister Harmonies y Sleep.
Hace algunos años no era raro ver centenares de proyectos con una influencia muy marcada del sonido post-metal y si este show se hubiese llevado a cabo en esa época, probablemente se habría dado más afluencia.
Sin embargo, Vyctoria va más allá de ser un simple pastiche de ambient-postrockmetal-drone, y aunque en sus álbumes esas influencias podrían ser más obvias, a juzgar por lo que presentaron anoche, esta agrupación por fin podrá liberarse de esas etiquetas.
Vyctoria
Al finalizar el evento, tuve oportunidad de platicar con José, el guitarrista, quien me comentó que los ensenadenses Tajak (que ahora radican en CDMX) planean hacer una edición de su festival Hole Records en Tijuana. Sólo queda esperar que este evento tenga una mejor recepción.
g.n.h.
g.n.h.
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