Adeumazel
SCORE: 7 frajos de 10
Lo peligroso de ponerse etiquetas inventadas es que estas eventualmente tomarán control de lo que se produce; a partir del momento en que alguno de los integrantes de una agrupación dice: "pos chingue su madre, hay que decir que tocamos (inserte nombre aquí)" todo se verá moldeado por ese término, comprometiendo la libertad creativa. Lo que se confeccione post-definición, inconscientemente será hecho con la intensión de defender dicha imagen, limitando los recursos de lo que se puede utilizar o no para componer un tema. Esto es doblemente peligroso cuando el género inventado es ambiguo, pues si la idea es que la agrupación no tenga género definido, ¿para qué inventarse una etiqueta que realmente no funcione para describir su sonido?
"Trío libre de género, género no obligatorio" es una etiqueta que, más que describir la estética musical de un proyecto, se lee como un anuncio kinky que se podría encontrar en Craigslist, sin embargo, Adeumazel lo ha tomado orgullosamente como la bandera de su eclecticismo y versatilidad.
Cuatro años después de su primera entrega, queda claro que los géneros que requieren un alto nivel de destreza y técnica son los favoritos del trío de Tijuana-San Diego, y sin esfuerzo alguno nos demuestran que pueden oscilar entre el progresivo, bossa nova, math rock y jazz fusion. Sin embargo, a pesar de todas las hazañas instrumentales que, debido a la alta preparación y acervo musical con el que cuenta cada uno de los integrantes, son (en su mayoría) interesantes, el mayor logro de la agrupación es presentar un álbum que se siente diferente sin realmente sonar diferente.
"Trío libre de género, género no obligatorio" es una etiqueta que, más que describir la estética musical de un proyecto, se lee como un anuncio kinky que se podría encontrar en Craigslist, sin embargo, Adeumazel lo ha tomado orgullosamente como la bandera de su eclecticismo y versatilidad.
Cuatro años después de su primera entrega, queda claro que los géneros que requieren un alto nivel de destreza y técnica son los favoritos del trío de Tijuana-San Diego, y sin esfuerzo alguno nos demuestran que pueden oscilar entre el progresivo, bossa nova, math rock y jazz fusion. Sin embargo, a pesar de todas las hazañas instrumentales que, debido a la alta preparación y acervo musical con el que cuenta cada uno de los integrantes, son (en su mayoría) interesantes, el mayor logro de la agrupación es presentar un álbum que se siente diferente sin realmente sonar diferente.
Second Motion sin duda se trata de una placa con más vida, y con esto no se insinúa que el disco homónimo haya sido aburrido, sólo se trataba de otro mood, uno más tranquilo que estaba envuelto en una tenue oscuridad dando la impresión de que haber sido grabado en un sótano con una densa nube de humo de cigarro rodeando a la banda. Motion suena con más luz y la producción es un poco más brillante.
Aún así, se trata de obras siamesas. Cada una podrá tener cierta independencia y sus propias ideas, pero no dejan de estar atadas al mismo cuerpo.
Se puede argumentar que ese es su sonido, pero se estaría confundiendo la homogeneidad con la originalidad. El intervalo de tiempo entre una placa y otra ha sido bastante amplio -Adeumazel ya no puede considerarse una banda joven- y con este comeback lamentablemente no hubo una evolución notable; al escuchar ambas obras una tras otra, da la impresión de que la primera terminó en un to be continued... y Second Motion comienza inmediatamente después sin algún tipo de clímax.
Las canciones, a pesar de toda su grandiosidad, no se sienten libres en su entorno; estas dan vueltas sin cesar, repitiendo las mismas dinámicas, tratando de entender cómo acomodar todos los elementos que se les van añadiendo para simplemente optar por detenerse en seco, como si se rindieran de tanto andar sin dirección alguna. En muchas ocasiones la única manera en que se sabe que una canción ha terminado es porque dejó de sonar y no porque se dé una resolución o un cierre como tal. Esto puede apreciarse desde el principio con "The Walk", que funciona a la perfección para establecer el sonido general del álbum, donde se puede percibir el ligero aire de represión que afectará a todo Second Motion, pues, a pesar de la aparente soltura que hay en esos pegajosos grooves, muchos de los matices se sienten extremadamente calculados.
Las piezas podrán no ser obtusas ni angulares, pero la mayoría fluye de una manera bastante cuadrada, apilando un estilo sobre otro como una playlist con canciones de ToE, Cortex, Paul Desmond, Serge Gainsbourg, Barney Kessel y Wes Montgomery.
"Octubre" es una canción exquisita, demostrando que la banda no siempre es víctima de su propio virtuosismo, hasta el minuto 2:20, en donde se hace presente un cambio que tambalea peligrosamente entre el jazz estándar y la infame "muzak", cada que la guitarra recurre a esos agudos slides de acordes en octavas. Afortunadamente esto no es tan prominente como para que sea lo que define a la canción y tratándose de una de las piezas que fluye con más naturalidad, sin duda es la segunda mejor del disco, siendo "Otruah" la que ocupa el primer lugar en el podio gracias a la manera en que Adeumazel logra ahondar más en la naturaleza de cada uno de los géneros a los que recurre, para poder tomar lo esencial y presentarlo con cohesión en un tema completamente balanceado, en lugar de sólo imitar los elementos más comunes de dichos estilos para demostrar versatilidad.
La producción es bastante cruda pero no en el sentido punk, simplemente parece ser que la edición fue mínima y cada instrumento conserva su sonido natural, dándole un toque bastante íntimo al disco. No hay efectos de sonido, ni instrumentos procesados, salvo por una guitarra haciendo un drone al comienzo de "The Walk". No hay detalles ni texturas adicionales para distraernos de posibles errores de ejecución o para compensar alguna carencia en cuanto a composición.
En una hermosa ironía, esta crudeza resalta la elegancia de la banda, pues pone en evidencia el talento de cada uno de los integrantes para manejar su instrumento. Second Motion es la fiel traducción de un conjunto de excelentes músicos entregándose a su trabajo, sin la necesidad de tener que recurrir a las tendencias pasajeras, manteniéndose fieles a su esencia, aún cuando esto pueda significar quedarse ligados eternamente a un sólo estilo.
Tal vez en ese aspecto, Adeumazel son los discretos anti-héroes en una escena que sólo toma de lo trendy. Están en una posición que, por el momento, no les favorece mucho pues el nombre de la agrupación no es uno que esté de boca en boca realmente, y su sonido no es uno que resuene desde el nivel más alto del "Olimpo" de la escena tijuanense, pero es preferible morir de pie, a morir sonando como una mala copia de alguna banda indie sudamericana que a su vez es una mala copia de Galaxie 500.
g.n.h.
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